¿quienes fueron los primeros habitantes de sudamerica? ¿cuando mllegaron al continente?

¿Quiénes fueron los primeros habitantes de Sudamérica? ¿Cuándo llegaron al continente? Se cree que los primeros pobladores que llegaron a América eran nómadas asiáticos que cruzaron por el estrecho de Bering de Siberia a Alaska. Se supone que, durante varias generaciones, estos viajeros recorrieron el continente hacia el sur hasta llegar a Sudamérica atravesando el istmo de Panamá.
Para algunos historiadores los primeros restos que evidencian la presencia humana en el continente fueron los encontrados en Brasil, que datan de hace 30.000 años. Otros creen que el Continente estaba poblado desde hace 50.000 o 80.000 años. Hay teorías que apuntan que los primeros pobladores fueron polinesios que llegaron por el Pacífico a las costa oeste hace miles de años.
La primera evidencia de presencia humana en Ecuador la constituye unos utensilios de la Edad de Piedra encontrados en Quito, y que datan del 9.000 a. C. Se calcula que los primeros asentamientos de comunidades que trabajaban la cerámica se remontan al 3.000 a. C.
Es en esta época en que las tribus valdivianas poblaban las zonas centrales de la costa. En los museos de Quito y Guayaquil se pueden contemplar objetos y figuras creadas por los valdivianos.
Curiosamente, la cerámica valdiviana recuerda en gran manera a la de estilo jomón que, por esa misma época, se elaboraba en la isla japonesa de Kyushu, y culturas costeras posteriores elaboraron figuras similares a los budas asiáticos y maquetas de arcilla de casas que recordaban a pagodas.
No se ha podido demostrar que las culturas sudamericana y asiática mantenieran un contacto fluido y permanente.
Lo que sí es seguro es que en la costa florecieron diferentes culturas, cada una con su idioma, sus costumbres y su estilo creativo, y que algunas veces convivían pacificamente y otras luchaban entres sí. La cultura Machalilla se estableció en la zona sur de Manabí y en la Península de Santa Elena y duró del 1.500 al 800 a. C. Una de las prácticas que los machalillas compartían con algunas civilizaciones costeras consistía en deformar el cráneo por cuestiones estéticas, aumentando la inclinación de la frente y potenciando la protuberancia de la nariz
En la misma zona, pero un poco después, la cultura Manta construyó balzas de madera y navegó hasta Chile y México para vender unas conchas rosas con las que fabricaban joyas. Incluso es probable que los manteños llegaran a las Galápagos. La cultura Tolita (600 a. C. 400 d. C.) s asentó en el norte de Esmeraldas y fabricaban hermosas joyas de oro y platino con complejas técnicas que los europeos tardarían siglos en desarrollar.
De hecho los estudios realizados parecen indicar que la costa ecuatoriana fue una de las primeras en desarrollarse de toda sudamérica y sirvió de base para las civilizaciones de todo el continente.
En la Sierra se dió una mezcla similar de tribus, cada una con su lengua, tradición, artesanía y peculiar forma de vestir.
Los indios Cañari se asentaron al sur de la zona alta, en torno al actual Cuenca. Eran artesanos textiles muy hábiles, que realizaban telas en un estilo llamado ikat que solo se encuentra en Guatemala e Indonesia.
También eran muy buenso soldados, lo que les permitía resistir durante los siglos XIV y XV los intentos de invasión incas, establecidos en el sur.
Sin embargo, con el tiempo, estos acabaron por doblegar al fuerte y disciplinado ejército Cañari, hasta dominar los valles fértiles del norte de los Andes.


Los primeros conquistadores españoles tuvieron la fortuna de llegar a la costa del Pacífico Sudamericano en 1.526. El gran jefe inca Huayna Capac había muerte ese mismo año y el imperio había quedado dividido entre sus dos hijos, Atahualpa en Quito y Huáscar en Cuzco. Los españoles aprovecharon que el imperio estaba en plena guerra civil para hacerse con el poder y, aunque contaban con pocos hombres, la superioridad de sus armas y escudos y el miedo que provocaban en los indígenas sus caballos, animales desconocidos en Sudamérica, les facilitaron la victoria.
Muchas tribus indígenas se unieron a los españoles en la lucha contra sus amos incas. Los españoles, por su parte, no dudaron en utilizar cualquier medio a su alcance para asentarse en el poder. Hay un episodio en la guerra que por su importancia histórica, merece la pena referir, aunque existen versiones ligeramente distintas. Se cuenta que Francisco Pizarro invitó a Atahualpa, cabecilla del imperio Inca, a que se reuniera con él en Cajamarca, Perú, con el fin de iniciar negociaciones.
Al llegar Atahualpa, los españoles le arrestaron y este se vio obligado a pagar un elevado rescate: debía llenar de oro su celda y entregar el doble de plata.


Una vez conseguido el tesoro, los españoles juzgaron a Atahualpa por adoraciones a Dioses falsos, incesto, poligamia y otros crímenes aunque no lo fueran para la Inca. Atahualpa fue declarado culpable y ejecutado el 29 de Agosto de 1.5333. Justo antes de su ejecución, se convirtió al cristianismo para lograr así una rebaja en el castigo y morir en el garrote en lugar de la hoguera, lo que hubiera resultado una muerte mucho más lenta y dolorosa.
En este trágico y traicionero suceso provocó la caida de el en su día floreciente Imperio Inca. Los Incas siguieron combatiendo a los españoles durante los dos años siguientes a la muerte de su cabecilla, pero la suerte ya estaba hechada. Los españoles, dada su superioridad técnica, derrotaron al ejército Inca, destruyendo sus edificios, que fueron sustituidos rápidamente por casas coloniales e iglesias cristianas. Cuando el jefe de las tropas españoles, Sebastián de Benalcázar, marchó sobre Quito, encontró una ciudad en ruinas: el jefe Inca Rumiñahui, había ordenado la destrucción de la ciudad para evitar que los españoles pudieran profanar los templos dedicados al sol y a la luna.

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