obra El Principito

El libro del principito es realmente complejo, aunque a primera vista no lo parezca. Su apariencia engaña, ya que tiene poquísimas páginas, pero en su interior hay tanto mensaje que ni sé por donde empezar…empezaré por el principio.
Hay un joven en el inicio de la lectura que no soporta a los adultos, ya que estos no le entienden. Al crecer hizo un viaje con su avioneta y ésta se le estropeó justo cuando sobrevolaba un desierto. El pobre chico se encontró solo y desamparado, lo único que tenía de provisiones era agua para unos ocho días. En éste lugar fue donde conoció al principito, diminuto personaje con cierta gracia, teniendo en cuenta su extraña vestimenta, un principito muy curioso que nunca dejaba una pregunta sin respuesta si ya la había formulado. Ciertamente con esa apariencia de entrada el principito manifiesta que lo importante no es lo superficial, sino el interior de cada persona. Éste dice provenir de un pequeño planeta que aquí llaman asteroide. Lo descubrió un turco pero, precisamente por su vestimenta, ningún otro astrónomo quiso hacerle caso. Aquí se presenta de nuevo el valor que los mayores le dan a la imagen. Otro tema a analizar fue el problema del principito con los baobats, pequeños árboles que crecían de una forma increíblemente rápida y que terminaban por explotar el planeta en el que se encontraban, y por ello había que arrancarlos desde pequeños. Quizás con este capítulo el autor nos quiere transmitir otro mensaje, y es que a las “malas” personas hay que cambiarlas desde pequeños, y así acabar con su maldad.
Aún no he comentado nada de la rosa del principito. Nuestro pequeño protagonista posee una flor, cosa de la que no se enorgullece en algunos momentos del libro. Siempre hablaba de su rosa, ya que esta para él era la flor más preciosa que el principito había visto, pero ésta le salió mandona y siempre le exigía cosas, hasta que el principito se hartó y marchó a visitar a varios planetas donde conoció a algún que otro personaje del que aprender.
En el primer planeta se encontró con un rey, donde pudo comprobar que la gente siempre desea mandar por encima de alguien y que obedezcan sus órdenes sin rechisto alguno. En el segundo conoció al vanidoso, el cuál le enseñó al principito con su actitud que las personas se quieren hacer los importantes tan solo para llamar la atención de los demás y ser admirados por todos. Luego llegó el tercer planeta. Ahí conoció al bebedor, donde el pequeño príncipe comprendió que la gente intenta olvidar la realidad cuando no les gusta, en vez de afrontarla y cambiarla. El cuarto planeta le demostró que los adultos solo piensan en el trabajo y en las riquezas, no en ser feliz. Así era el hombre de negocios que conoció allí. En el quinto pudo hablar con el farolero, donde le enseñan que la gente no se arriesga a cambiar sus vidas por miedo a salir perdiendo. El geógrafo del planeta número 6, no cree en algo si no tiene una referencia material de ello. El séptimo y último planeta visitado fue el planeta Tierra. Allí conoció a un zorro que le rogó ser domesticado por él para poder tener a alguien por el que vivir. Con esto podríamos pensar en lo importante que es tener un amigo y el hacer algo por ellos de vez en cuando. Al llegar a un jardín y ver muchas rosas iguales que la suya se sintió decepcionado, ya que pensaba que la suya era única. Finalmente se dio cuenta de que su primer pensamiento no estaba equivocado. Realmente había echado mucho de menos a su rosa y sabía que aunque exteriormente fuera igual que las demás, en su interior era una flor especial…era SU FLOR, y comprendió que muchas veces no apreciamos lo que tenemos hasta que lo perdemos o nos alejamos de ello.
Después de sus aprovechadas visitas a los planetas, el principito vuelve a estar en el desierto, e intenta buscar agua para sobrevivir. Muchas de las personas mayores que conozco ya se habrían rendido y no hubieran luchado más…por tanto, hay que tener en cuenta que lo último que debe perderse es la esperanza. Luego el joven del principio de la novela reaparece en la lectura, pero esta vez con miedo. El principito se encuentra en peligro y hay una peligrosa serpiente que lo acecha. En este difícil momento el joven empieza a recordar todos los momentos pasados con el pequeño principito, dándose cuenta de lo afortunado que ha sido por conocerlo. Finalmente el principito anuncia su partida y se va, aunque el joven no entienda el porqué de su ida. El autor así reafirma de nuevo lo dicho anteriormente: No sabemos apreciar algo hasta que lo perdemos, junto a que la amistad es lo más importante.
Realmente mi opinión ya está escrita en el comentario pero, aún así, he de decir que el libro es muy fantasioso para mi gusto, e incluso algo infantil, o eso creía al principio, pero si te pones a pensar en lo que quiere decir el autor con cada frase te das cuenta de que no es nada infantil y si, puede que sea fantasioso pero precisamente esa era la lucha del principito, que los mayores no perdamos las ilusiones y que fantaseemos de vez en cuando, y no solo pensar en riquezas y materiales. Me incluyo cuando digo “mayores” no porque lo sea, simplemente porque a mi tampoco me gusta fantasear, o al menos no me gustaba hasta ahora. El principito es un libro muy fino pero a la vez muy grande por todo el mensaje que trasmite. Por ello yo lo recomiendo, para que todos nos demos cuenta de lo que tiene importancia y lo que no tiene tanta.

HEBARISTO EL SAUCE QUE MURIO DE AMOR

Mis amigos, los dejo con un excelente cuento de Abraham Valdelomar hecho por el escritor peruano Guillermo Delgado.HEBARISTO EL SAUCE QUE MURIO DE AMOR
Valdelomar es uno de los escritores más completos de nuestra literatura; cultivó con talento todos los grandes géneros literarios, dejando muestras magistrales en la mayoría de ellos. En el cuento tenemos: "El palacio de hielo", "El caballero Carmelo", "La Virgen de cera", "Los hijos del sol", "El suicidio de Richard Tennyson", "Tres senas, dos Ases", "El beso de Evans", "El buque negro", "La Paraca", "El hipocampo de Oro", "Finis disolatrix verital", "La tragedia de un Jedoma", "La ciudad sentimental: un cuento, un perro y un asalto", "El extraño caso del señor Huanmán", "Almas prestadas: Heliodoro, el reloj, mi nuevo amigo", etc. Novelas cortas como "La ciudad de los tísicos". En la biografía novelada: "La Mariscala". En la poesía destacan: "Tristitia", "El hermano ausente en la mesa pascual", "Confiteur". En el teatro: "La Mariscala" (adaptación a la escena de su biografía novelada), "Verdolaga" (que, lamentablemente, nos ha llegado muy incompleta). Y en el ensayo; "Belmonte, el trágico" (inspirado en el diestro español Juan Be!monte, a quien la primera guerra mundial trajera hasta nuestras tierras y a quien Valdelomar conoció).En "Hebaristo, el sauce que murió de amor;', Valdelomar establece un paralelo entre Evaristo Mazuelos, farmaceútico de P. (la ciudad donde acontece este relato está indicada por la letra P; seguramente Valdelomar hace alusión a su ciudad natal, Pisco) y aquél sauce corpulento y lozano aún que crecía al borde de la parcela colindante con el estéril yermo, rodeado de "yerbas santas" y "llantenes". Debía llamarse Hebaristo y tener treinta años, porque tenía el mismo aspecto cansino y pesimista, la misma catadura enfadosa y acre del joven farmaceútico de "El amigo del pueblo", establecimiento de drogas que se hallaba en la esquina de la Plaza de Armas, junto al Consejo Provincial. Evaristo Mazuelos, el farmaceútico de P. y Hebaristo, el sauce fúnebre de la parcela eran dos vidas paralelas, dos cuerdas de una misma, arpa, dos ojos de una misma misteriosa y teórica cabeza, dos brazos de una misma desolada cruz, dos estrellas insignificantes de una misma constelación. Mazuelos era huérfano y guardaba al igual que el sauce, un vago recuerdo de su padres. Así como el sauce era árbol que sólo servía para cobijar a los campesinos a la hora cálida del mediodía, Mazuelos sólo servía en la aldea para escuchar la charla de quienes solíar cobijarse en la botica; y así como el sauce daba una sombra indiferente a los gañanes mientras sus raíces rojas jugueteaban en el agua de la acequia, así él oía con desganada abnegación, la charla de los otros, mientras jugaba, el espíritu fijo en una idea lejana, con la cadena de su reloj, o hacía con su dedo índice gancho a la oreja de su botín de elástico, cruzadas, unas sobre otra, las enjutas magras piernas. Mazuelos estaba enamorado de Blanca Luz, hija del juez de Primera Instancia, una chiquilla de alegre catadura, esmirriada y raquítica. Si Hebaristo, el melancólico sauce de la parcela en vez de ser plan tado en las afueras de P., hubiera sido sembrado como era lógico, en los grandes saucedales, su vida no resultaría tan solitaria y trágica. Aquel sauce, como el farmacéutico Mazuelos, sentía desde muchos años atrás, la necesidad de un afecto, el dulce beso de una hembra, la caricia, perfumada de una unión indispensable. Envejeció Evaristo, el enamorado boticario, sin tener noticias de su amada Blanca Luz. Envejeció Hebaristo, el sauce de la parcela, viendo secarse, estériles, sus flores en cada primavera. Solía, por instinto, Mazuelos, hacer una excursión crepuscular hasta el remoto sitio donde el sauce al borde del arroyo, enflaquecía. Sentábase bajo las ramas estériles del sauce y allí veía caer la noche. El árbol amigo que quizás comprendía la tragedia de esa vida paralela, dejaba caer sus hojas sobre el cansino y encorvado cuerpo del farmaceútico. Un día el sauce esperó vanamente la llegada de Mazuelos. El farmacéutico no vino. Aquélla misma tarde el carpintero de P... enviado por el dueño de la Carpintería y confección de ataúdes de Rueda e hijos, llegó con una tremenda hacha y taló el sauce. Por la misma calle venían juntos el sauce y el farmaceúti, ahora sí unidos para siempre. El sauce sirvió para el cajón del farmaceútico. El alcalde municipal señor Unzueta, tomó la palabra en el cementerio: "Aunque no tengo las dotes oratorias de otros, agradezco el honroso encargo que la sociedad de Socorros Mutuos ha depositado en mí, para dar el último adios al amigo noble y caballeroso, al empleado cumplidor y al ciudadano integérrimo, que en este ataúd de duro roble" ... y concluía: "Mazuelos tú no has muerto. Tu memoria vive entre nosotros. Descansa en paz". Al día siguiente el dueño de la funeraria llevaba al señor Unzueta una factura por un ataúd de roble por 18.70 soles. El alcalde reclamó airadamente que el ataúd no era de roble sino de sauce. El señor Rueda le dijo que era cierto; pero que entonces como se vería en su discurso la frase "duro sauce" en vez de "duro roble". El alcalde pagó sin chistar.

 
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