la gerra del pacifico


Artículo principal: Antecedentes de la Guerra del Pacífico
A mediados del siglo XIX el desierto de Atacama había adquirido un gran valor económico debido al descubrimiento de valiosos yacimientos de guano y, posteriormente, de salitre, ambos, entonces, con buena ley y buen precio en el mercado internacional.
Existen discrepancias entre los historiadores bolivianos y chilenos con respecto a si el territorio de la Audiencia de Charcas (primero dependiente del Virreinato del Perú y luego del Virreinato del Río de la Plata), disponía o carecía de litoral. Apoyándose en diversos documentos, los bolivianos insisten en que lo tenía; por su parte, los chilenos lo niegan o lo ponen en duda.
Al crearse la República de Bolivia en 1825 —denominada inicialmente República de Bolívar— Simón Bolívar se le da una salida al mar por Cobija (Puerto La Mar); sin embargo, gran parte de la explotación económica de esa zona costera fue llevada a cabo por empresarios chilenos en condiciones, según algunos, muy ventajosas para ellos.
Antes del inicio de la guerra los respectivos presidentes eran Hilarión Daza (en Bolivia), Aníbal Pinto Garmendia (en Chile) y Mariano Ignacio Prado (en el Perú). Las Repúblicas de Bolivia y de Chile habían suscrito dos tratados de límites: el primero de ellos en 1866 (Tratado de límites de 1866 entre Bolivia y Chile) y el segundo en 1874, junto a un protocolo complementario de 1875 (Tratado de límites de 1874 entre Bolivia y Chile). Ambos tratados fueron ratificados en su oportunidad y canjeados solemnemente en Santiago y en La Paz.

Hilarión Daza, Presidente de Bolivia (1876-1879)
De acuerdo con su preámbulo, el tratado de 1866 tenía por finalidad, "poner un término amigable i recíprocamente satisfactorio a la antigua cuestión pendiente entre ellas sobre la fijación de sus respectivos límites territoriales en el desierto de Atacama i sobre la esplotación de los depósitos de huano existentes en el litoral del mismo desierto" (sic), estableciendo en su artículo I que la frontera de los dos países sería "en adelante el paralelo 24 de latitud meridional desde el litoral del Pacífico hasta los límites orientales de Chile"; asimismo establecía una medianería en favor ambos países, entre los paralelos 23 y 25, sobre los productos provenientes de la explotación de los depósitos de guano y los derechos de exportación que se percibieren sobre los minerales extraídos en aquella área.

Aníbal Pinto, Presidente de Chile (1876-1881)
El primer tratado fue rechazado por el gobierno boliviano que sucedió a Mariano Melgarejo tras su caída, pues consideró que la división de tributos era desventajosa para Bolivia, controversia que se resolvió con la suscripción del tratado de 1874, que modificaba al anterior. Este último tratado volvió a fijar como límite entre las Repúblicas de Chile y Bolivia "El paralelo del grado 24 desde el mar hasta la cordillera de los Andes en el divortia aquarum", estableciendo además, en el artículo IV, que los derechos de exportación que se impusieran sobre los minerales exportados en el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 25 de latitud sur "no excederan la cuota de la que actualmente se cobra, i las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a mas contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen. La estipulacion contenida en este artículo durará por el termino de venticinco años". Este tratado internacional era el vigente hacia 1879.

Mariano Ignacio Prado, Presidente del Perú (1876-1879)
El 27 de noviembre de 1873, la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, una empresa chilena formada por capitales chilenos y británicos, firmó un acuerdo con el gobierno boliviano que le autorizaba la explotación de salitre libre de derechos por 15 años, desde la bahía de Antofagasta hasta Salinas, incluyendo el Salar del Carmen. Dicho acuerdo no fue ratificado por el congreso boliviano, que en ese entonces se encontraba analizando las negociaciones con Chile[1] —que darían por resultado el tratado de 1874—. En 1878, las autoridades bolivianas, en medio de una crisis económica, buscaron reaccionar a los privilegios que el anterior gobierno había otorgado a los empresarios de la zona. En ese contexto, el congreso de Bolivia se abocó al estudio del acuerdo celebrado por el gobierno en 1873.
Para Bolivia, el contrato firmado en 1873 con la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, aún no estaba vigente, porque de acuerdo con la constitución boliviana, los contratos sobre recursos naturales debían aprobarse por el congreso[1] . Ello se hizo por la Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a condición que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado por la compañía.
Artículo Único. Se aprueba la transacción celebrada por el ejecutivo en 27 de noviembre de 1873 con el apoderado de la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a condición de hacer efectivo, como minimun, un impuesto de diez centavos en quintal de salitre exportado.
Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia. Ley de 14 de febrero de 1878[2]
En lo que respecta a Chile, el cobro del impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado violaba el artículo IV del tratado de 1874. Por ello, dicho impuesto encontró una gran resistencia por parte de los propietarios de la empresa afectada y una cerrada defensa de su causa por parte del gobierno de Santiago, desencadenándose un conflicto diplomático. En la crisis resultante participó el Perú, que envió un Embajador Especial y Plenipotenciario a Santiago para tratar de evitar mediante la negociación una posible guerra. El tratado indicaba que las controversias que diere lugar "la intelijencia y ejecucion del Tratado" debían someterse a arbitraje.
El 17 de noviembre de 1878 el gobierno de La Paz ordenó al prefecto del departamento de Cobija que hiciera efectivo el impuesto de 10 centavos establecido por la ley de 14 de febrero. Posteriormente, en 1 de febrero de 1879, el gobierno de Hilarión Daza rescinde el contrato, suspendiendo los efectos de la ley de 14 de febrero de 1878, y decide reivindicar las salitreras detentadas por la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta y rematar estas últimas para cobrar los impuestos impagos desde febrero de 1878. El remate estaba programado para el 14 de febrero de 1879.
Gracias a los archivos de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta se descubre que en Chile no existe un gran interés en ir a la guerra por salvar a la compañía, a pesar de que muchos políticos y ministros importantes eran accionistas minoritarios de la compañía. Sin embargo, la decisión sería otra en el caso de que se remataran efectivamente las salitreras, lo que, según la visión del presidente de Chile Aníbal Pinto, supondría la violación efectiva del tratado.
En Chile, la decisión de ir a la guerra se toma la mañana del 11 de febrero, cuando en una sesión especial del gabinete chileno se recibe un telegrama del norte, conteniendo textualmente un mensaje del ministro plenipotenciario de Bolivia "Anulación de la ley de febrero, reivindicación de las salitreras de la compañía". Este gatilla la decisión del presidente Aníbal Pinto de ordenar la ocupación de Antofagasta, que se verifica el 14 de febrero de 1879, penetrando las tropas chilenas al interior del litoral boliviano (véase Carta del presidente de Chile, a su embajador ante el gobierno de La Paz). Ante esta situación el 27 de febrero, Hilarión Daza decreta el estado de sitio en Bolivia.
El Perú, que había suscrito el Tratado de Alianza Defensiva de carácter secreto con Bolivia en 1873 y al que Argentina no se había adherido, trata de persuadir al gobierno de La Paz para someterse a un arbitraje, figura que se encontraba estipulada en el protocolo complementario de 1875, toda vez que se trataba de un "problema tributario" y no territorial. No obstante, Chile no dio muestras de voluntad en aplicar el arbitraje, para lo que se ofreció enviando a su ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle; la misión del diplomático fracasó y en lugar de ello, el gobierno de Chile, denuncia al plenipotenciario peruano la existencia del "Tratado Secreto" firmado con Bolivia.

Tropas chilenas en la Plaza Colón de Antofagasta Bolivia, luego del desembarco
Bolivia declara la guerra a Chile el 1 de marzo de 1879. El 23 de marzo de 1879 tiene lugar la batalla de Calama, en la que las fuerzas chilenas vencieron a un grupo de fuerzas bolivianas. El 5 de abril de 1879 Chile le declara la guerra al Perú y a Bolivia.
La revisión y análisis del tratado secreto de alianza, lleva a historiadores peruanos a la conclusión que el Perú aún tenía la opción de decidir si la agresión a Bolivia era real o si el asunto merecía un arbitraje, lo que "era preferible", según la cláusula pertinente. Esta misma interpretación dice que a raíz de la penetración de tropas chilenas en territorio boliviano y el poco interés del gobierno de Chile en "una salida diplomática", y a la declaratoria de guerra que le hace el gobierno chileno el 5 de abril, es que Perú se siente ligado a Bolivia por el tratado recíproco de defensa, y entra asimismo, en la contienda, declarando el casus foederis.
La historiográfica chilena en cambio afirma que el pacto es defensivo en la forma, pero ofensivo en el fondo, por lo que considera la mediación de Perú después de la toma de Antofagasta como una forma de ganar tiempo, mientras se realizaban preparativos de guerra. Además declaran motivos de más largo alcance para que la guerra terminara en un conflicto entre Chile y Perú, que sería, según esta visión, una enemistad que tendría raíces en la colonia, y exacerbadas en la independencia y en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana.
Por otra parte la historiográfica peruana afirma que la relaciones coloniales eran de cooperación y comercio entre los puertos del El Callao y Valparaíso. Luego de la Independencia, el Perú no reconoce la deuda a Chile por la expedición libertadora, pero en 1839 con la derrota de la Confederación, el Perú pagó a Chile la deuda contraída por el servicio prestado por el ejército chileno en la campaña restauradora y la independencia[3] , así como reconoció las acciones de los oficiales de Chile otorgándoles premios[4] y condecoraciones del ejército del Perú por reunificar el Perú y derrotar a Santa Cruz reconociendo a Chile como aliado del del Perú[5] .

Campaña naval
Artículo principal: Campaña naval de la Guerra del Pacífico

Combate Naval de Iquique, óleo de Thomas Somerscales
A comienzos de la guerra era evidente que antes de cualquier operación militar en un terreno tan difícil como el desierto de Atacama, debía ganarse el control de los mares.
El poder de la escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas, Cochrane y Blanco Encalada, de 3.560 toneladas, 6 cañones de 250 libras de avancarga, 2 de 70, y 2 de 40 libras, blindaje de 9 pulgadas, velocidad de 11 millas a su máxima capacidad. El resto de la escuadra estaba formada por las corbetas Chacabuco, O’Higgins y Esmeralda, junto con las cañoneras Magallanes y Covadonga.
La escuadra peruana basaba su poder en la fragata blindada Independencia y el monitor Huáscar. La Independencia desplazaba 3.500 toneladas, tenía un blindaje de 4½ pulgadas, 2 cañones de 150 libras, 12 de 70, 4 de 32, 4 de 9 libras, y andar de once millas a su máxima capacidad. El monitor Huáscar deplazaba 1.745 toneladas, blindaje de 4½ pulgadas, 2 cañones de 300 libras de avancarga, ubicados en la torre giratoria, y 11 millas de velocidad a su máxima capacidad, con lo cual posiblemente era la nave de combate más moderna de la marina de guerra del Perú. Completaban la escuadra peruana la corbeta Unión, la cañonera Pilcomayo y los monitores fluviales Atahualpa y Manco Cápac. Bolivia no contaba con buques de guerra.
El puerto peruano de Iquique fue bloqueado por parte de la armada chilena. En el Combate naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879 el monitor Huáscar, al mando del capitán de navío Miguel Grau Seminario, logra hundir a la corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata Arturo Prat Chacón, el que, al morir durante el combate, se convierte en el mayor héroe naval chileno. El mismo día la fragata Independencia se enfrenta con la goleta Covadonga, cuyo comandante capitán de corbeta Carlos Condell de la Haza, la lleva por zonas de poco fondo haciéndola encallar en Punta Gruesa. El resultado del día en Iquique y Punta Gruesa, caló hondo en la opinión pública de ambos países. Los combates navales de Iquique y Punta Gruesa le dieron una victoria táctica al Perú: el bloqueo del puerto de Iquique fue levantado y las naves chilenas fueron hundidas o abandonaron el área. Sin embargo, la victoria tuvo un altísimo costo estratégico; durante el combate de Punta Gruesa, la marina de guerra del Perú registra la pérdida de una fragata blindada de 3.500 toneladas al intentar infructuosamente capturar una nave de madera de 630 toneladas. La pérdida de la fragata blindada Independencia, la mayor nave de la escuadra de la marina de guerra del Perú, representa un golpe irreparable para ésta.[6]

Combate Naval de Angamos, óleo de Thomas Somerscales
Pese a su condición de inferioridad naval, el comandante del Huáscar, mantuvo en jaque a toda la escuadra chilena durante seis meses. Entre las acciones más destacadas de las llamadas correrías del Huáscar se cuentan: el primer combate naval de Antofagasta (26 de mayo de 1879) y el segundo combate naval de Antofagasta (28 de agosto de 1879). El punto culminante fue la captura del vapor Rímac, el día 23 de julio de 1879. En esta acción Grau no sólo captura dicho buque, sino también el regimiento de caballería Carabineros de Yungay el cual se encontraba abordo. Este hecho causa una crisis en el gobierno chileno que provoca la renuncia del almirante Juan Williams Rebolledo. Tras la renuncia de Williams, el mando de la escuadra chilena fue entregado al comodoro Galvarino Riveros Cárdenas quien se aboca a dar caza al Huáscar.
El combate decisivo de la campaña naval tuvo lugar en Punta Angamos, el día 8 de octubre de 1879. En este combate el monitor Huáscar es finalmente capturado por la armada de Chile, a pesar del intento de hundirlo por parte de su tripulación. Durante el combate muere su comandante Miguel Grau Seminario convirtiéndose a su vez en el héroe patrio del Perú. El combate naval de Angamos marca el fin de la campaña naval de la Guerra del Pacífico.

Campaña terrestre
Artículo principal: Campaña terrestre de la Guerra del Pacífico

Batalla de Arica, óleo de Juan Lepiani
Obtenida la superioridad naval, las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras militares en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica. Las batallas de Pisagua, Tacna, Tarapacá y Arica, inclinaron definitivamente la balanza del lado chileno en 1880. La batalla de Tarapacá, fue una victoria aliada, pero ésta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza en Tacna, y Chile siguió luchando contra el Perú.
En 1881, las tropas chilenas entraron en Lima, después de las batallas de San Juan y Miraflores. En esta última la propia población civil defendió sin éxito la ciudad cuando los chilenos atacaron sólo tres de los doce reductos.

Plaza principal de Chorrillos antes de la Batalla de San Juan

Plaza principal de Chorrillos después de la Batalla de San Juan
Lima, entonces una ciudad aristocrática, vivía desconectada del resto de Perú y subestimó completamente la situación bélica, lo que contribuyó a desestabilizar completamente su clase política y a evitar una preparación efectiva para enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. Los poblados de Chorrillos, Barranco y Miraflores fueron saqueados e incendiados por el ejército chileno. Las fuerzas chilenas establecieron su autoridad y se impusieron cupos de guerra a la población limeña. Se impuso el orden en la ciudad y en las zonas de ocupación y se restablecieron las actividades productivas. Sin embargo, este orden no evitó la salida de numerosas obras de arte, bienes muebles e inmuebles e incluso libros, que catalogados de trofeos de guerra, fueron enviados a Chile.
El presidente Nicolás de Piérola Villena huyó de la capital para pretender seguir gobernando desde el interior del país, quien fue sustituido por un gobierno civil a cargo de Francisco García Calderón, que se negó a firmar la entrega del departamento peruano de Tarapacá.
Sin posibilidades de firmar la paz, el jefe de la ocupación chilena, Vicealmirante Patricio Lynch, estableció su cuartel militar en el Palacio de Pizarro en Lima y dirigió el combate contra la resistencia peruana en la sierra, en lo que se denomina la Campaña de la Breña o de la sierra, enfrentando abundantes actos de sedición en la misma ciudad y luego una resistencia claramente organizada.

Entrada del ejército chileno a Lima
Después de los enfrentamientos en San Juan y Miraflores, el entonces Coronel peruano Andrés Avelino Cáceres y otros como el capitán José Miguel Pérez decidieron llegar a los Andes Centrales para organizar y reiniciar la resistencia al ejército de ocupación chileno; para ello, el 15 de abril de 1881, se embarcaron en el tren de la estación de Viterbo (evadiendo la vigilacia de los soldados chilenos), con destino final la ciudad de Jauja. Así, y en gran medida ayudado por su profundo conocimiento de la lengua quechua, Cáceres organizó la defensa entre la población civil de la Sierra Central y el Coronel Gregorio Albarracín en la Sierra Sur; quienes ejecutaron una efectiva guerra de guerrillas durante tres años. Eligieron la breña de los Andes Centrales, porque presentaba una topografía excelente para aplicar la estrategia de guerra de guerrillas; asimismo, porque existían nuevos elementos humanos, aunque sin entrenamiento y con escaso armamento para una lucha prolongada.
La resistencia militar liderada por Cáceres en la regiones sur y centro andinas obtuvo varias victorias contra las fuerzas invasoras chilenas hasta que sufrió una derrota en Huamachuco el 10 de julio de 1883, en la región de la sierra norte y que abrió el camino para la culminación de la guerra por el encumbramiento del General peruano Miguel Iglesias, que acercó posiciones con la autoridad militar chilena para erigirse como nuevo presidente. Finalmente, pese a la resistencia de Cáceres y Montero, firma un tratado de paz con Chile que involucraba cesión territorial, con lo que se pondría fin a la contienda.
Luego de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias fueron origen de una guerra civil entre los partidarios de ambos líderes, que finalizó en 1885 con el triunfo del primero.

Consecuencias
Artículo principal: Consecuencias de la Guerra del Pacífico
La guerra concluyó el 20 de octubre de 1883 con la firma del Tratado de Ancón, mediante el cual el Departamento de Tarapacá pasó a manos chilenas permanentemente y las provincias de Arica y Tacna quedaban bajo administración chilena por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú.
A la firma de este tratado el Departamento de Tacna contaba con tres provincias: Tacna, Arica y Tarata. En 1885, dos años después del tratado, Chile ocupa la provincia de Tarata; la cual es devuelta al Perú el 1 de septiembre de 1925 por resolución del árbitro Calvin Coolidge, Presidente de los Estados Unidos.
El plebiscito previsto en el Tratado de Ancón nunca se llevó a cabo y no fue hasta 1929 que se firma el Tratado de Lima, que contó con la mediación de Estados Unidos, que decide que la provincia de Tacna sería devuelta al Perú mientras que Arica quedaría definitivamente en manos de Chile.
Después de 1900, las provincias de Tacna y Arica, así como Tarapacá, estuvieron sometidas a una política de asimilación cultural y socioeconómica por parte de las autoridades políticas y militares chilenas. Esta política de chilenización, mantenida en mayor o menor grado por las sucesivas administraciones chilenas, alcanzó en ocasiones altos niveles de presión sobre la población de origen peruano y boliviano.
La paz entre Chile y Bolivia fue firmada en 1904. El tratado de paz entre ambas naciones, en el cual Bolivia definitivamente reconocía la permanente soberanía chilena sobre el territorio previamente en disputa, ha sido, sin embargo, origen constante de tensiones diplomáticas entre ambos países durante el siglo XX y comienzos del siglo XXI, debido a que Bolivia perdió toda posibilidad de salida soberana al Océano Pacífico.
Tras su victoria, Chile tomó posesión no sólo de una importante extensión territorial, sino también de enormes depósitos salitreros, guaneros y de cobre. Éstos fueron adquiridos mayoritariamente por capitales británicos, por medio de la compra de bonos desvalorizados emitidos antes del conflicto por Perú y adquiridos a bajos precios con prestamos de bancos chilenos, que los hacían dueños de las salitreras, lo que ha llevado a parte de la historiografía moderna a ver a los ingleses como instigadores ocultos de la guerra, sin pruebas concluyentes. Algunos historiadores creen ver en algunas publicaciones de la época, inglesas y europeas en general, por ejemplo la editorial del diario británico "The Bullonist" aparecida en 1879, como pruebas del apoyo a las aspiraciones chilenas. Por el contrario, otros estiman que estas publicaciones se deben más bien al clima electoral existente en dicho país y a la ardua disputa entre el Primer Ministro Benjamin Disraeli, partidario de intervenir, y William Gladstone contrario a la intervención.
El salitre fue la principal fuente de riqueza de Chile hasta el descubrimiento del salitre sintético por los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial.
Luego de la ocupación chilena de Lima en 1881, el gobierno argentino ordena alistar el ejército, la compra de un blindado, de material de guerra y la construcción de un línea férrea hasta los Andes como vía de abastecimiento. Con ello ambos países se colocan al borde de una guerra, aceptando la mediación del gobierno estadounidense[7] . El 22 de octubre de 1881 se canjean en Santiago las ratificaciones del Tratado de límites entre Chile y Argentina, una acuerdo con el que Argentina obtiene la soberanía definitiva sobre 1.200.000 km2[8] ; aprovechando que Chile estaba en guerra al norte, y ahora amenazado con un nuevo frente de guerra en el sur[9] . Con este acuerdo, el gobierno chileno renunció a sus pretensiones de soberanía sobre la Patagonia Oriental, aceptando que desde entonces formara parte de Argentina. En Chile, se entendía que Argentina se comprometía tácitamente a la neutralidad en la guerra que se libraba en el Pacífico y que no iba a firmar el Tratado de Alianza Defensiva Perú–Bolivia.
En 1883 Chile quedó en posesión de la Puna de Atacama de 75.000 km², que hasta entonces había pertenecido a Bolivia y la consideró de su propiedad luego del Tratado de Tregua de 1884, pero diversos tratados y mediaciones entre Bolivia, Argentina y Chile concluyen en 1889, donde Argentina renunció a su reclamo sobre Tarija y Chichas reconociéndolas como territorio de Bolivia; y en 1899 donde 64.000 km² de la Puna de Atacama quedó para la Argentina y 11.000 km² para Chile.[10]

Bibliografía
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Bulnes, Gonzalo (1911), Guerra del Pacífico, Valparaíso: Sociedad Imprenta Litografía Universo.
Casaretto Alvarado, Fernando (2003), Alma Mater: historia y evolución de la Escuela Naval del Perú, Lima: Imprenta de la Marina de Guerra del Perú.
Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (1983), La Guerra del Pacífico 1879-1883, Lima: Ministerio de Guerra.
Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (1983), La resistencia de la Breña, Lima: Ministerio de Guerra.
Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (1983), Huamachuco en el alma nacional (1882-1884), Lima: Ministerio de Guerra.
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Lecaros, Fernando (1979), La Guerra con Chile en sus documentos, Lima: Editorial Rikchay Perú. Tercera edición.
Merlet Sanhueza, Enrique (1996), Juan José Latorre, Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
Ravest Mora, Manuel (1983), La compañía salitrera y la ocupación de Antofagasta 1878-1879, Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
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Vicuña Mackenna, Benjamín (1883), El álbum de la gloria de Chile, Santiago de Chile: Imprenta Cervantes.
Villalobos, Sergio (2000), Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa, Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Notas
a b Valdivieso, Patricio (Junio 2004), Relaciones Internacionales. Relaciones Chile-Bolivia-Perú: La Guerra del Pacífico [31 Ene 2007]
Demanda Marítima Boliviana (2005), Documentos Anexos [2007]
Véase Convención celebrada con el gobierno de Chile para el pago de la deuda peruana, de 11 de diciembre de 1849
Véase Decreto de 8 de marzo de 1839 concediendo premios a los jefes y oficiales de la marina chilena
Véase Ley de 2 de noviembre de 1839 concediendo premios al ejército de Chile
Peruwarships (2005), Iquique - Correrías del Húascar [2006]
Universidad del CEMA (2000), Reanudación de las negociaciones entre la Argentina y Chile por el conflicto limítrofe, Buenos Aires, Argentina [17 Feb 2007]
Raves Mora, Manuel (2005), La Patagonia oriental según real cédula de 1570, Santiago, Chile [22 Ene 2007]
Lacoste, Pablo (2002), La guerra de los mapas Argentina y Chile: Una mirada desde Chile, Santiago, Chile [22 Ene 2007]
Historia de la relacciones exteriores de la Argentina

Véase también
Anecdotario de la Guerra del Pacífico
Historia de Bolivia
Historia de Chile
Historia de Perú
Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana
Guerra Hispano-Sudamericana

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